martes, 5 de mayo de 2009

CAPITULO 3

No se si esa imagen prodigiosa de ires y venires, donde no sabes, que tan vas o que tan vienes era por la construcción de otro cuarto en la parte alta de la casa o por la maldita depresión que tenía. Ya eran varios días que pasaba la noche en vela mirando como se dibujaban dragones en el techo sobre una espesa oscuridad. Con esto, se hacía realidad uno de los sueños de mi niñez; parecerme al llanero solitario ( no solo porque por esos días andaba tan solo como cualquier perro, sino por las tremendas ojeras que me cargaba) también, mi dieta diaria había dado un cambio radical. Ejecutaba solamente yogurt alpura (que si bien es Dios, no llena todas las expectativas nutricionales y qué ¿Dios las llena?) y naranjada Bonafina ( que si bien tiene un lugar preponderante en el cielo, no es leche por más que mames, así que no mames) esta fijación se la debo a mi padre, que no me permitía comer estos dos sublimes productos en mi cantidad necesaria, así que, ahora, que ni siquiera veo la sombra de mi progenitor, me doy gusto resolviendo mi fijación infantil a mi manera.

Mis depresiones son de lo más corrientes y estereotipadas, sacadas de las mejores telenovelas en las que México tiene una tremenda tradición de ser el más grande mercado de lágrimas de importación. Todo el mundo llora al compás de nuestras historias que ni siquiera el mismísimo Nietzsche se imaginó en su eterno retorno, nosotros al grito de la eterna cenicienta vemos como, una y otra vez, sin casi ninguna variación; la muchacha pobre se pasa por el arco a la malvada madrastra para darse un tremendo revolcón con un galanete de pinta refinada pero, medio pendejo. Bajo ese influjo es que yo vivo mi historia rota en mil pedazos. En pocas palabras: ando mal; Trabajo mal; estudio mal y voy por este inhóspito mundo con cara de “quiere llorar, quiere llorar”. También conocido en el bajo mundo como: “ojo de Remi” o “en peligro que se te salga la de Cepillín”.

Me cuelgo un letrero imaginario solicitando quién me venga a consolar; pero, es tan imaginario, que nunca se convierte en real y pasa directamente al sin-bolico ( en decir: sin los suficientes huevos para enfrentarlo yo solo) Soy un cobarde. Si, que gano con negarlo. Soy un cobarde, que no vive su tristeza con dignidad. Arrastro mi jeta en una total búsqueda de compasión y demandando amor (aunque todas las demandas, son demandas de amor) sin dejar de ser ese niño caprichoso del que mi madre cuenta; con una sonrisa de orgullo al saber el daño que me causa, en reuniones familiares o a una nueva noviecita, la forma en que me rifaba mis más excéntricos numeritos como bailarín de “break dance”, por los caprichos que regularmente terminaban en un ahogo, que no estaba preparado en el show, como castigo de mi tremendo berrinche por un: “Shanto” (forma en que pronunciaba Santo, el nombre del gran luchador simbolizado en una figura inmóvil de plástico) y, si bien no dejo de andar por ahí causando lástimas, evito todo, cuanto me pueda sacar de este penoso lapso.

Los bluses se vuelven aún más densos y melancólicos. Me transportan a una balsa en que los únicos pasajeros son: Gabriel. Gabriel nonato (la mejor postura según Cioran) suspendido en el aires amenazando, a cada paso, con caernos encima. Mimoso y chiqueado; Gabriel joven, que dado la ataduras que aprisionan sus manos a lo remos tiene la condena de: sobre sus hombros – todo – el mayúsculo esfuerzo- nada- de sacarlos de la mierda- solo; Gabriel viejo, que utiliza sus últimas fuerzas para golpear- y en cada impacto mostrar, el rencor incesante de lo que no será jamás. Por último, como un lastre, Gabriel muerto sumergido en el desecho jalado por una cuerda sin encontrar un más allá.

Todos en una elocuente discusión: ¿quién no lo hizo? ¿ quién lo hizo mal? ¿quién lo va a hacer peor? Lo malo de este proceso de renovación (así le llamo para no sentir tanta vergüenza de ser tan chillón, inmaduro y bueno para nada) se torna cada vez más largo y sinuoso. Ahora mismo, estoy tirado junto a una cama de un cuarto descuartizado. Escuchando por sexta vez “Polvo en los ojos” de los ángeles bluseros de Real de Catorces; pero, como regresar la canción me extraía cruelmente de mi tristeza, decidí grabar toda la cinta de un casete con esa canción. Una y otra vez, un lamento que rompe el silencio; un suspiro que recorre continentes para llegar al extrañado corazón; una comparsa que se escucha triunfante sobre los inconmensurables ruidos, de una ciudad negra y perdida ... como una esperanza de volver a volver (el estoma-cake).

El casete terminó. Y yo, y mi pesado cuerpo nos levantamos para darle vuelta. No al primer intento, ni al segundo ... tal vez hasta el tercer. Poco importa en realidad, perecía que la escena no cambiaba al correr de los minutos. Fue cuando entró en juego el ring del teléfono, que dio un corte transversal a esta imagen perpetua y elástica, como los largos pergaminos sobre los escribía sin parar Jack Kerouac.

Me acerqué al aparato con la precaución, con la que un gato de Angora se agazapa a una tremenda rata de coladera del mercado de la Merced. Lo miré, y él, no dejaba de gritarme con toda la fuerza que es capaz un reclamo femenino que eriza, a cualquiera, la piel. Acerqué mi mano lentamente al aparato, la detuve cuando estuve muy cerca de él. Tuve miedo. Realmente tuve miedo (soy un coyón al cuadrado), en el estado en que me encontraba, solo estaba buscando un pretexto para acabar con todo y, temía, que ese pretexto llegara encapsulado en ese cable ondulado para que explotara con frenesí cuando más cerca estuviera mi cabeza ... Yo, el pobre poeta vestido de leñador grunge. Me acercaba peligrosamente a tomar el revólver con una sola bala, y jugar a hacer tacos de tripa doradita en el comal, que tengo encima de mis hombros.

¡Cobarde jamás! Grité con las patas temblándome como gelatina de viejita que se pone a vender afuera de los hospitales del Seguro social. fue la mentira, que se untó en mi pecho cuando levanté el teléfono de un solo impulso, tan dos veces cobarde. Escuche una voz, y por más femenina que esta fuera, el ardiente pedazo de plomo no atravesó mis sienes, llegando directamente al comensal, con cebolla, cilantro y poca salsa.

- Con Gabriel por favor ...
- Con Gabriel nonato, Gabriel joven, Gabriel viejo o Gabriel muerto. Todos están en casa.
- ¿Eres tú verdad, chistoso?
- No
- Perdón ¿quién habla?
- Nadie (fui sincero, voltee y mire en el espejo, solo el cablecito ondulado y un audicular rojo espantoso se miraban flotando)
- Si. Eres tú, no te hagas ... ¿qué te parece si vienes a mi casa?
- No queyo (dijo mi primita)
- Ándale. No nos vemos desde hace como un mes. Ya olvida a esa pinche vieja, hasta yo estoy más buena que ella (eso si que era bastante cierto, mi amiguita tenía unas piernas de lo más apetecibles y una mirada cautivadora)
- No es eso. Lo que pasa es que tengo mucha hueva y, ya sabes que, donde manda capitán que se chingue el marinero.
- Órale wey, no te cotices, mira que he pensado tanto en ti que yo creo que ya te debes estar desgastando.
- Mira, yo que pensé que mi último descenso en los hoyos del cinturón obedecía a una baja de carbohidratos de la naranjada Bonafina.
- Pues no. Se debe a una sobre exposición de tu dignidad por todo el suelo que pisa esa pinche mona que ya te tomó la medida. Anda Gabriel, ten un poco de dignidad y ven por mi, te juro que, te la voy a sacar a chupetones si es preciso.
- Glup (demasiado pervertido para dejarlo ir) bueno, pero no tengo dinero.
- Nunca tienes wey, anda no tardes.

Solté el teléfono sin saber a ciencia cierta lo que había hecho; pero, cualquier cosa que hubiera sido, hecho estaba y tenía que apechugar, ya no había vuelta de hoja. Estaba en camino a salir de mi depresión y una voz muy lejana me decía, lo correcto que había sido mi decisión y la forma en que, en poco tiempo, iba a estar recorriendo su cuerpo con mis torpes manos dolidas en la parte más desierta del estacionamiento de plaza Satélite. Pero, aún, un soslayo de esa tristeza que me había nublado la vista durante tantos días, continuaba como un telón que cubría mis sentidos para que no se llenaran del goce qué estaban a punto de recibir. Tenía miedo de enfrentar al goce. Era demasiado pesado para hacerle frente con las pocas armas que tenía en mis manos. Lo sabía, él tan bien como yo, y a distancias miraba sus ojos secos y apagados, la sonrisa de triunfo que ya se dibujaba en su rostro marcado de mil batallas, el goce cuando se le teme, corre tras de ti sin que logres huir.

Me dedique el resto del tiempo a grabar mi casete estrella y al terminar salí en busca de mi amiga con el estomago vacío. Me subí al coche y metí en el estéreo la llave que me abriría las puertas al país de los recuerdos ingratos: dos enamorados en un coche, mirándose sin mirarse, en una total desconexión física, pero sus almas libres e inocentes que jugaban a perderse la una en la otra, una y otra vez ... desnudas, mudas, almas descoloridas, francas y sedientas.

Escribiendo poéticamente el manifiesto de sus esperanzas, de su momentáneo porvenir.



- Gabriel ¿ por qué me amas?

Difícil pregunta, tuve que descender hasta los mismísimos infiernos para traer las palabras de “Luzbel” en voz del “ Emisario” Arturo Huizar: “no, no me pidas explicación, en el amor no hay condición, solo entrega ternura y calor”

Ella me miró dudosa, con una sonrisa de: hay, no mames. (esta bien visto que no le gusta la música de Luzbel) yo estiré mi mano y tocando suavemente sus mejillas me acerqué y le dije en un nuevo y sincero intento:

- Porque amarte, para mí es: Perdonarme.

" FUE EL AMOR O POLVO EN LOS OJOS, ESA NOCHE YO NO HACIA
NADA"

Era la misma pregunta que yo también me hacía una y otra vez ¿ qué me había llevado a creer tanto en alguien? O ¿ por qué creer en mí a partir de alguien? Era racionalmente ilógico, pero sentimentalmente, la más deliciosa de las falacias.

“VOLABA HABLANDO CON LAS NUBES BLANCAS, EN LOS LINDEROS DE UNA LUNA MAS”

Lo curioso es que llevaba ese mismo camino que tomé varias veces para construir este tipo de recuerdos. El domicilio al que me encaminaba estaba muy cerca del que realmente quería ir. Al llegar a la casa de mi amiga ( que estaba más buena que esa pinche vieja) bajé del coche con desgano y justo frente a mi, a lo lejos, alcancé a mirar el conjunto de departamentos en que tan solo ella ( la pinche vieja que estaba menos buena que mi amiga)
Vivía. Los recuerdos me invadieron, me cegaron, traté de tocar el timbre como un naufrago que busca desesperadamente de alcanzar un tronco en el fiero oleaje que lo retira cada vez más lejos.

Ilumina mi camino de vuelta a ti; derrocha la magia compasada de las fuerzas. Detén la línea que corre de tus manos a mi abismo como cuerda floja de cruel destino. Inciertas flores que corren por inciertos ríos. Fulgurantes trapecios que hierven en los soles de tu mirada cruda, péndulo en que se funden mis dedos, que al tocar me queman y sin soltarlos me enseñan a volar evocando la ligereza de un ángel guardián.

Solo dime que no estoy solo. Perversamente ajeno de los perfumes de tus lirios, del dulce sabor de tus manzanas tersas y de colores llenas ... solo dime que el tiempo no vuela, que esta detenido por hombros firmes de momentos tiernos, o por dos húmedas serpientes que salen hambrientas de sus cuevas perladas y se satisfacen, una a la otra, en el tribal baile del deseo.
Devela la conmemorativa placa del acecho, el repiquetear de campanas de iglesias valientes de fe y arcángeles cegados por ardientes eclipses, de esos soles que anoche fueron míos, y que, apenados se pierden en marchas escarlatas con el solo afán de no verme más. Ya nunca más.

Te necesito, en el resplandor de mis primeros llantos, en la fuente serena de mi musito canto, en mis compasados pasos de silencios ahogados, en la charla perpetua con mis miedos cansados, en el efímero momento en que dos labios, dos manos, dos pechos se juntaron en el fuego ardiendo de piel impregnados.

Y escucho ... al candor de la batalla entre los dos, a mi corazón que suplica: baja la guardia, guarda la espada, deja de una vez que pedazos me haga. En la dispar contienda solo soy un traidor que merece morir por la espalda ... soy el espía que mandó ella a franquear las líneas que corren de tus manos a mi abismo y prometen, solo si soy bueno ... matarme.

" NUMERE LAS ESTRELLAS NUEVAS, NO NOTE QUE UNA SE APAGABA "


Volví al coche, subí el volumen, y me fui directo a esos edificios dejando que las
penumbras de la noche cubrieran mi huida. Sin una conciencia plena saludé al policía de la
reja y dado que me conocía entre fácilmente. La parte difícil era llegar a su departamento
sin tocar el timbre de la puerta para que me abrieran la puerta automática de la entrada, después de saber quien eras. Al mirar su ventana recordé pasajes de lo más reveladores, cuando yo le decía lo difícil que iba a ser traerle serenata hasta el último piso o cuando me dijo que debería estar con ella cuando soplara el viento para que pudiera transformar sus lamentos en letras para ella. Chale, quiere llorar ... quieres llorar. La respuesta llegó inmediatamente, uno de sus vecinos con bolsas del supermercado. Me ofrecí a ayudarlo y ya estaba adentro, sin tener que tocar y prevenirla para que levantara la guardia.

" DIME QUE TE AMO LA NOCHE, QUE NO DUDASTE NI DOS MINUTOS "

Después de dejar las bolsas en el tercer piso, corrí con todas mis fuerzas escalera arriba, con una desesperación tal que cuando llegué frente a su puerta estaba tan emocionado que toqué el timbre, sin levantar, yo mismo la guardia, y justo cuando lo oí desperté, listo para recibir lo golpes en mi cara.

- ¿Qué chingados hago aquí?

"QUE UNA FLOR SIGUIO TU SOMBRA, QUE SOÑASTE CUANDO NIÑA "

En una total " regresión " quise salir corriendo, giré hacía todas partes buscando
por donde, pero no había forma de hacerlo sin ser descubierto, oí sonar la puerta que se
abría ¡ en la madre!, efectivamente , su madre. Yo me puse firmes.

- ¡Gabriel!

A un volumen lo suficientemente fuerte para que la nena se pegara a las cuerdas, esta se asomó de la cocina con los ojos saltados como si hubiera visto a un muerto, el silencio y la tensión hizo presa del ambiente y fue cuando:

-¿ Me llamo señora?


No por favor, si era el mismísimo " Ciro Peraloca" con anteojos de botella y
perfectamente bien peinado ( nada mas le faltaba el huesito de limón ) con un suéter
blanco " Chamise Lacoste " ( el del "cocodrilito") unos pantalones de pinzas cafés y unos
mocasines negros. Era claro que mi sucesor era todo un "nerd" y se llamaba igual que yo.
( chale)

Estuve a punto de soltar una risa fingida ( como esas de los ejecutivos jr. de la universidad)
pero el rostro impávido de su madre me suplicaba no hacer nada que pudiera afectar la nueva relación de su hija.

- Hola - dije sonriendo - solo venía a recoger el diccionario de psicoanálisis que te había
prestado ( mentira ese diccionario era de ella pero no se me ocurrió otra cosa )

" FUE EL VIVIR A MIL POR HORA, FUE ESA FORMA DE CRUZAR EL FUEGO."

Su madre, al fin madre.

-Mira hijo (¡ hijo! si a mi siempre me decía de que...) es su compañero de la universidad y
se llama igual que tú . Mucho gusto - dijo - yo solo le sonreí con una mueca que pretendía ser peligrosa.

-Toma - me dijo ella dándome el pesado libro, con tanta fuerza que casi me saca el “aigre”- tengo otros en el coche que te quiero dar. De camino a abajo me preguntó - ¿por qué haces esto? -

" VIDA MIA ¿QUE DIA ES HOY?, ANDO SORDO, MUDO Y TRISTE RECORDANDO TU LUZ.

-No lo sé, no se como llegue aquí... tal vez solo quería despedirme.

-Ya lo habíamos hecho,¿ no?

-Sí, pero no así - la abrasé fuertemente, ella no respondió al abrazo y comenzó a
llorar diciéndome:

-Creo que nunca me amaste lo suficiente para perdonarte.

Se fue dejándome con el diccionario en las manos temblorosas . Al llegar a la entrada de su
edificio. Se detuvo. Se limpió las lágrimas, volteó. Me miró con el polvo de sus ojos,
camino hacia mí. Yo al ver que regresaba sentí que la vida aún era buena. Que tal vez ese
abrazo proyectó todo mi sentir : Que mi alma - a la suya - con ese abrazo - a su oído -cantó
la sonata eterna del más puro silencio, justo ese que se crea antes del beso más, más
profundo; cuando dos manos persignan tu cuerpo con caricias excelsas, atrevidas. Un
suspiro en tu oído como flores en cascada, se reflejan en tu piel llegando el alba, en un
despertar unidos, sinceramente desnudos, vueltos niños, inocentes al solo pronunciar las
palabras:

“ O tal vez no te perdonas el haberme amado tanto."

Me dijo al momento que me arrebataba el diccionario con fuerza dejándome la chamarra
hundida en sus lágrimas. Me subí al coche, y como quien sube a un tobogán me dejé llevar
al más recóndito escondrijo de la noche, desvirtuando mis reglas doradas de la depresión.
Toque el timbre y :

- ¿Y a donde vamos?
- ¡ Gabriel eres un descarado!
- Realmente no sabes cuanto.
- Pues resulta que estoy esperando a alguien que realmente quiere salir conmigo, él es todo un caballero aunque se llama igual ...

En ese preciso momento, a mis espaldas, escuché una voz que decía en tono “fresa” tal y como el de ella:

-¡ Buenas noches, que onda!¿ nos vamos?.

¡ No, no otra vez y en el mismo día! pero era verdad. ¡ Voltee la cara y cámara! Me sentí
en Los Ángeles California en 1989. si era la imagen más propia y perfecta del Glam Rock: cabello tan largo y arreglado que mi hermana hubiera dado lo que fuera con tal de tenerlo igual de brillante y sedoso, con sus obligados rayitos de cada lado en una simetría casi perfecta; una playera que mostraba los tatuajes multicolores de sus brazos, su cinturón tenía una hebilla de “Harley Davidson” con un grabado de motocicleta más grande que la que había dejado en la mera puerta de la casa, un reluciente pantalón negro de piel con los logos de “Poison” y “Ratt”, y el gran final, unas botas de piel de no se que chingados envultas en cadenas y aunque usted no lo crea: espuelas, si me cae ¡espuelas! ... chale.

- Tú eres el que toca en " Excalibur ".

- No - le dije desafiante - Yo no soy nadie.

Sin decir una palabra más, salí de el patio de su casa mientras oía los gritos de mi "tocayo” : Te crees muy neto con tu pinche ropa de leñador verdad pendejo, sino eres más que un tipo desequilibrado. No te doy en la madre porque está la familia de esta chava en la casa, pero te voy a buscar en la universidad ¡vas a ver! - ¿Para que esperar tanto? - me dije a mi mismo, cuando volví hacia la puerta, y “el guapo” se quitaba la chamarra. Lo medí, bien sabía que las espuelas de sus botas podrían ser peligrosas; pero, en mi tierra no comemos piñas y sabía que los casquillos de las mías lo podrían dejar sin rodillas al primer impacto, justo cuando iba a valer madres. Salio ... su madre.

Ambos disimulamos, sonrisas y saludos, la pobre de mi amiguita apenas y le corría la sangre por la cara ya que estaba pálida de la impresión, al despedirme, abracé a mi contrincante y le dije, muy quedó.
- ya sabes donde encontrarme.
- Arderás en el infierno.

Sonreí, qué más podía hacer frente a esa frase.

De salida, pensaba y no entendía la ofensa que pudo desatar la histeria de las señoritas ( se preguntaran cual de las dos ), no creo haber sido ofensivo, además, que mi contrincante
no salió a hacerme tragar mis palabras, teníamos todo el camellón de avenida Lomas Verdes para redimir nuestra diferencias ¡ah que me importa! tenía cosas mucho más difíciles y dolorosas que afrontar, muy en el fondo hubiera deseado que la señorita Glam de verdad me hubiera dado un buen par de madrazos a ver si así me calmaba.

" DEJASTE CARTAS Y NUDOS DE NOSTALGIA, PIENSO EN TU ALMA CORRIENDO CALLE ABAJO ".

Volví a donde me encontraba pero ahora en la barra de un Vips. Con un aromático café
que ni siquiera lo probé ( el café en la mayoría de las casas mexicanas es muy malo, pero en el Vips ¡Puta madre!) ¿Qué necesitaba? ¿un lugar tranquilo dónde perderme fuera de todo este sentimiento que resonaba en mi cabeza como los niños cantores de Viena? ¿ un enorme río dónde pudiera lanzar mis penas como rocas haciendo " patitos" sobre el agua? ¿unas caricias infames y contadas de una mujer extraña en un hotel de cero estrellas viendo como se consumen los últimos pesos de mi bolsa? o por lo menos un cantinero filósofo que
escuchara mi penar mientras terminaba de secar los vasos diciéndome con sus voz aterciopelada:" Hey, no te claves, no es la primera ni la ultima."


Pedí la cuenta y salí en busca de mi casa destruida, hecha pedazos, vuelta a existir
en manos de ese albañil que parecía " Cachirulo ". Al llegar, el gran Raúl me esperaba
pues tenía una fiesta gigantesca.

-¡Hey, tenemos que ir!, es en casa del " Apache ", ya sabes la crema y nata del
movimiento.

No dejó de insistirme, una y otra vez ya que mi hermano no podía ir porque tenía
otro compromiso con su chava. Así que más inclinado por contarle mi aventura que por la
dichosa fiesta ( no era nada que me sacara de esta pinche depresión ) me subí a su coche y
sentí como me tragaba el asiento justo cuando él tomaba el periférico a gran velocidad.

Le conté todo con el máximo lujo de detalle, haciendo hincapié en Frases y situaciones especificas.

" Escuchando por sexta vez " Polvo en los ojos "

" Nadie, ( realmente así me sentía ) "

"¿ Gabriel, ¿por qué me amas? "

" Por que amarte, es para mi. Perdonarme "

" Me fui directo a los edificios, dejando que las penumbras de la noche cubrieran mi huida."

"¿ Qué chingados hago aquí ?"

" ... o tal vez, no te perdonas el haberme amado tanto"

" Gabriel eres un descarado!!!"

“arderás en el infierno”


Yo repetía compulsivamente cada una de estas frases, mi amigo me miraba como se mira a
un extraño; como se mira un mundo lejano, como se mira la muerte de tajo. Volteo admirado hacia el toca-cintas, igual de extrañando, sin saber realmente lo que pasaba. era la tercera vez que escuchábamos la misma canción.

" QUE NO ESTABA EL AGUA HELADA, QUE REISTE PARA TI."

-Chale wey, ya deja en paz al pinche Cioran.

-" En este momento, me siento mal. Este acontecimiento, crucial para mi, es inexistente,
inconcebible para el resto de los seres. Salvo para Dios, si es que esta palabra tiene algún significado."

- No mames wey - reclamó el Gran Rul - a mi, no me apantallas con las pinches citas que te aprendes recitándolas como si fuera el " Padre nuestro ".

Al llegar a la fiesta lejísimos ( que realmente era una pinche fiestota ) le dije a el gran Rul :
Ya vamonos. Pude ver a muchos de mis amigos en su ambiente natural, y observándolos
comprendí lo "divino" que me he de ver visto haciendo todas mi pendejadas: Uno de ellos
saliendo hasta el " gorro " demasiado temprano para una fiesta de tal magnitud ( ¿como
trago tanto alcohol en tan poco tiempo? ); un compañero de depresión bien loco gritando el
nombre de su amada y amenazado lanzarse sino volvía con el inmediatamente, mientras
ella fajaba con otro compañero ya sin depresión pero también bien loco; una recien-amiga
que bailaba intensamente, con unos movimientos exquisitos, llenos de vida, de sensualidad
extremadamente tentadores con un individuo con pinta de " yupi ", pero al parecer la
hacía muy feliz. Yo le dije a mi amigo: Ya vámonos wey, por favor. El se perdió y yo me
quede recargado en la pared.

Fue entonces que todo ocurrió tan rápido como un relámpago, en un solo instante líneas
paralelas se cruzaron. Diferentes dimensiones despertaron y yo, ahí, simplemente, ahí,
contemplando: Se armaron los madrazos entre dos de las agrupaciones más importantes
del rock pesado mexicano, las greñas se veían volar, la confusión reino totalmente: no
podías unirte a uno u otro bando," todos somos pueblo " dijo Palillo¿ que habrá causado tal
desavenencia?: Una mujer con la mirada perdida ( dijo el maestro Jaime López ), pero
que mujer. El gran Rul, le llamaba:" Los ojos mas hermosos del metal mexicano ".

Y como la casa estaba en lo más alto de el Desierto de los Leones, un chavo no se quedo con las ganas de un chingadazo y hasta con publico, se lanzó vertiginosamente sobre la
Cerca de alambre convirtiéndose en la sumatoria de: el niño héroe y el zorro del desierto de los Leones, mientras que otros lo buscaban entre risas y empujones.

Y el gran final:

-Hola,¿ cómo te llamas?

¡ Puta madre!!! ( no, así no ), lo que oían mis ojos no concordaban con lo que
miraban mis oídos, me estaba hablando una chava increíble: Que " tenía en el rostro los
colores de Francia. ( como dijo el maestro Guiallaume Apollinaire ). Los ojos azules,
blancos los dientes y muy rojos los labios ". Una mujer :" profunda ": Profundos ojos,
profundos labios, sobretodo, profunda inclinación de su cara al observarme. Como si
mirara: Un niño asustado, como si mirara una casa en ruinas, como si mirara una guitarra
abandonada, como si mirara un ángel que arde en los infiernos, como si mirara un pendejo depresivo vestido de leñador y con cara de " quiere llorar ".

-Gabriel.

-¿Como el arcángel ?

si pero mi amigos me llaman: Nadie.

- No, creo que no hay ningún Arcángel que se llame nadie ...

ella se rió, increíble, le simpatizaba ... a pesar de todo.

- ¿y, por qué estas tan triste ? me dijo ella sin poner atención a la forma en que mi alma salía y entraba a mi cuerpo una y otra vez. Sonreí, incline mi cara en el mismo ángulo que la suya, y me asomé a sus ojos como si fueran dos ventanas abiertas que penosamente tratan de resguardar la inmensidad del cielo. Solamente escuche la voz del gran Rul que decía, a mis espaldas:

-Creo que ya no te quieres ir. ¿verdad?

" QUE NADABAS Y FLOTABAS, QUE LLEGASTE A SALVO AL FIN. "

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