martes, 5 de mayo de 2009

CAPITULO 5

No es fácil llegar a una clase a las siete de la mañana. Bueno, creo que a ningún lado, Más
aún si la clase es impartida por un maestro bobo que no tiene la menor intención que el
alumno aprenda. Así, siendo una materia de psicología industrial con una falta total en mi
interés formativo me dediqué a escribir: "Sonatas matutinas lights ", con la intención de
regalársela a alguna hermosa mujer no muy docta en el tema ( que en la universidad
abundaban ) y provocara algún sentido al hecho de estar ahí juntos los dos " Tan lejos,...
Tan cerca." ( Como dijo Wenders ). Aún no sabía exactamente a quién; pero, no importaba,
era muy temprano todavía.

¿Qué misterio encierran tus ojos;
que me invitan a soñar?
a brincarme la barrera
que se llama realidad.
Que me brindan al mirar
La gloria del cielo alcanzar.
Que de noche en recuerdos.
Mi guitarra pueden afinar.
Que me inspiran y me hacen recordar
que a lo lejos dios está.
¿Que misterio encierran tus ojos?
Que de su cautiverio ... No quiero escapar.

Yo, no era el único al que no le interesaba la clase. En el rincón derecho, hasta atrás, se
juntaba el gran sector artístico del grupo ( que no era mi grupo, yo adelantaba una materia)
Así, mientras yo escribía poesía ligera para niñas de universidad de paga, mi compañero
de junto daba paso a su perversa imaginación con un cuento de terror espantoso ( no por
que inspirara miedo, sino, por lo feo que estaba ) y él de adelante dibujaba cómicamente
nuestra visita a un miserable sanatorio psiquiátrico una semana antes.

En un momento determinado por mi tardanza acostumbrada, intercambiamos las
"obras de arte" ( en el sentido mas Dadaísta de la palabra ). A mí me tocó el chido dibujo
de mi compañero de adelante que me deslumbró por sus trazos fuertes y espontáneos; llenos
de vida, con unos rostros que realmente contemplamos en el sanatorio; tanto de los internos
como de nosotros mismos. En especial los gestos del psiquiatra que lo confundimos con
unos de pacientes hasta que él se presentó ( chale ya se que esto es muy clásico pero si
hubieran visto la geta del wey)

Levanté la cara para mirarlo. Y no entendía como alguien tan cercano a mí
tenía tal agudeza en sus trazos y estaba oyendo a ese administrador imbécil " hablar " ; Una pregunta me saco de inmediato de mis pensamientos.

- ¿A quien le escribiste esto ? ... Y no me salgas con tus pendejadas de - imitando
mi voz - " No, para mi no existe una inspiración directa, yo le escribo a una mujer que se
viste de nube".

En respuesta a mi compañero. Me levanté. Me puse mi negra gabardina. E imitando
la voz Oliverio ( Girondo o Grandinetti; no estoy seguro ) le dije:

" Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni siquiera imaginar que
pueda hacerse el amor más que volando."

Compañero - dijo el profesor imitando la voz de un pobre pendejo -¿ Quiere
enriquecer la clase con su comentario?.

Entre las risas de todo el salón ofrecí disculpas y a falta de poder salir volando ...
me senté.

- No mames - dijo mi compañero imitando su voz - no te creo.

- Hay wey - le dije imitando la voz de alguien que no podía volar - mira a tu alrededor
y busca quién de todas estas escuinclas FPM de Edomex ( fanáticas, panistas, mamilas ) podría ser la dueña de tus sueños, de tus esperanzas, de tu inspiración. Haber encuentra en este salón alguien que torne de tus sentimientos un : " Amor loco " ( como dijo Breton ).

No me dí cuenta de que, al pobre wey, le estaba dando unas patadas en el trasero. Ya
que, a solo dos filas y tres asientos hacia adelante estaba una mujer que lo hizo bordar su
nombre en su propio brazo con una navaja.

- Este … glup, no en todos los casos…

- Ya cállate pendejo, mejor así déjalo

- Lo que pasa es que a mi me gustan las pedagogas. Las psicólogas se sienten muy
chingonas y lo único que hacen es bloquear su sexto sentido femenino con teorías
psicológicas mal entendidas. En cambio, las pedagogas ... ( La revelación fue instantánea :
pedagoga, con lo que me gustan las pedagogas) son tiernas, amorosas, muy femeninas y
llenas de sorpresas. La mayoría poseen una belleza especial.

- Pero, por ejemplo, en este salón hay viejas muy chidas, ya wey dime quien te gusta si
es para lo único que adelantas materias, para conocer otras viejas.- Solo por no desairar a
mi anfitrión superficialmente miré y le dije lanzando mi dedo índice al aire:

- Bueno, ésa. - apuntando a donde se encontraba una apacible niña de tiernos ojos
y de cabello rizado al que el sol de la mañana llenaba de un sin fin de estrellas; su rostro
alumbrado al cuarto menguante se miraba triste, ajeno. sin un color propio fuera de ese
proceso de contraluz.

- Uhh, mira quién te vino a gustar. Tiene un genio de los mil diablos; es cinta negra
de karate-do; no pela a nadie porque dice que todos en el salón somos unos pervertidos y
tiene tres años con su novio.

- Y tú estás más cabrón que la Gestapo ... no mames, pinche chismoso. Bueno;
pues ya te dije.

Fue el momento justo en que termino la clase con la frase clásica:

-¡ A que no le regalas el poema !!! – claro, que esa frase no es la que me refiero, sino, a está:

“Para la siguiente clase fichas de trabajo de las copias que voy a dejarle a su compañera.”

Regresé a mis " Sonatas matutinas light ", ya que lo que menos me interesaba era
leer unas pinches copias, tan pero tan reiterativas, en las cuales lo fácil lo hacen difícil para
que parezca interesante. Seguí escribiendo escuchando voces en el lejano abismo:

- ¿ Me sacas las mías?

- ¿Cuanto va a ser. ?

Mi compañero de junto me dijo:¿ Vamos a desayunar?

- No tengo ni un peso.

- No importa, yo te invito.

- ¿A mi también ?- dijo mi compañero de adelante –

- No wey, si a éste porque esta jodido.

Alusión que no me molesto en lo mas mínimo, lo que si me extraño fue el silencio
que continuo. Escribía la ultima palabra dispuesto a maldecir a mi ofensor-benefactor
cuando:

- Oye disculpa, ¿te llamas Gabriel verdad?

Fue cuando levante la mirada y me percate que era ella. Que ese color sombrío de su rostro
que le atribuía al sol atravesando fieramente la ventana, emanaba por sus poros. Resignado
como una doncella de alguna pintura de Orazio Gentileschi e igual de hermosa. Con unas
hojas en las manos a la altura de su nariz como si me mostrara un espejo en el cual pudiera
mirar, al mismo tiempo. Sus ojos en los míos, que vencidos ( tanto los suyos como los
míos) ella bajaba en el más púdico y sonoro manifiesto de su timidez.

- ¿Solo quería saber si querías las copia?

- Si claro, estaba a punto de pedírtelas.
- Bueno, dime en que salón vas a estar para llevártelas.

Sin quitar mis ojos de los suyos ( a veces ojo, a veces párpados según su fina coquetería ) alcance a ver la cara de sorpresa de mis compañeros.

- No te molestes yo vengo por ellas, te doy el dinero.

- No importa. Después me lo das, te veo en el " paraguas" a la una de la tarde. (el paraguas " no era otro lugar que la " oficina ", lugar de reunión de mis amigos de generación donde casi siempre estábamos. y ella lo sabía ).

- Muchas gracias eres un amor ( ¿para que chingados dije eso?) Me sonrío y mirándome por última vez, sin dejar de cubrir los labios con las hojas se fue directo a su lugar donde le esperaban sus amigas entre risas. Yo fingí volver a escribir al sentir sus miradas, cosa que mi compañero de junto no notó.

- Hay, hay. Estaba a punto de pedírtelas - imitando mi temblorosa voz.

-Cállate cabrón - reclamó mi compañero de enfrente - no ves que nos están mirando.

-Tienes razón, esto hay que discutirlo con calma. Yo invito el desayuno. –

No supe que tan grande fue el asombro de mi compañero de junto hasta que nos
sentamos en un cómodo sillón del Sambor´s. Yo esperaba ir al supermercado a comprar
pan dulce, yogurt alpura ( que es dios ), naranjada bonafina y leche; pero, para él hoy era
un día especial. Necesitaba una escenografía perfecta para sus conclusiones. El era tan
meticuloso en los detalles, capaz de desgajar, cual jugosa naranja, las más comunes
situaciones llevándolo del análisis a la síntesis y viceversa uniendo detalles como si jugara con un mecano midiendo las piezas con todo cuidado.

- ¿A ver, como fue? - nos dijo en cuanto termino la mesera de tomar la orden.

Nosotros sólo lo mirábamos con la boca atragantada de pan dulce. El podía mantenernos
en el juego de su obsesión ya que no solo pagaba la cuenta, sino, también era de lo mas interesante ver su capacidad de ligar, ordenar e imaginar datos y acciones mínimas llenas de ventajas a su favor. ( Levi-Struss advierte estas situaciones en su antropología estructural ) que por momentos se miraban tan lógicas y mantenidas por los más deliciosos sofismos.

- No es lógico que una chava como ella tan hermética, tan seria, tan enojona, no
solo te haya venido a hablar delante de todo el salón, sino, de esa forma tan coqueta. ¿Que
estará planeando ? ¡ es que mírate! tan solo mírate, nada que ver. Si sabe tanto de ti: ¿ que
espera?, ¿ que andes con ella?

En cuanto dijo eso, yo sentí que todo dentro de mi ardía, que mi corazón era acariciado por dos manos de fuego, como si un dragón hermoso me abrazara. Era el pinche café que estaba bien caliente.

- Además, solo esperaba un pretexto, ella nunca saca copias, y si sus amigas la estaban esperando con risitas es que ya les había dicho y querían ver como reaccionabas, pero como no la conoces lo tomas a la ligera.

Yo creo que lo decía por mi certero lanzamiento de migajón directamente al ojo de un compañero recién llegado a cinco mesas de la nuestra.

- En fin, ya veremos que pasa a la una. - dijo.

- Yo creo que exageras. -dije.

- Es que tú no la conoces.-dijo.

- Me refiero al café, ya te tomaste hasta el mío ( el café en la mayoría de las casas
mexicanas es muy malo y en el vips es horrible, pero en el samborns ... una mentada de
madre con ese instinto maternal que me encanta.)

- No te preocupes yo tomo mucho café desde que era niño.

- Pero ya te tomaste seis tazas ( gran error ya que para corroborar lo dicho
tomó dos tazas más.) - y ya no dije nada.

De regreso a la universidad nos separamos y cada quien se fue a su salón. Ya instalado en mi banca, abrí mi cuaderno tabique y lo primero que salto a mi vista fue el poema que había escrito en la mañana. Hasta entonces, comencé a interesarme verdaderamente por el asunto. ha imaginar a mi "bella matutina" en diferentes forma; me era difícil ya que solo la había visto una vez, quizás, por eso, fue que se llenó de magia su cara ensombrecida, además de el proceso de contraluz. Dada la falta de detalles me era más fácil armar esa imagen a partir de los adjetivos y datos que me dio mi amigo, pero; cada uno de estos, chocaba con mi propia percepción.

Yo la vi tierna y él me dijo enojona; yo la vi frágil y él me dijo atleta; yo la vi
amistosa y él dijo hermética; yo la vi hermosa y él no dijo nada ...

Todo esto mientras miraba el poema que había escrito y pensando: le queda a la
perfección. Para evitar tentaciones lo doblé y se lo regalé a una compañera hermosa que
estaba muy cerca del pizarrón.

Los momentos se iban consumiendo hasta llego la hora pactada, le dije a Chin:

- Voy a la "oficina"¿ no vas?
- Si ya no tengo clase.

"La oficina" era un lugar padre, tenía acceso directo a la cafetería y a dos pasillos.
Era una esquina del auditorio de la universidad con una jardinera de cemento en ángulo
que servía perfectamente como asiento, en el centro había una enorme sombrilla de lamina
que te defendía de las inclemencias del tiempo. Ahí era el lugar de reunión de mis amigos y
al estar todos juntos se armaba todo un festival de chistes, albures y groserías; disputas
entre diferentes corrientes psicológicas; depresiones amorosas y eterno miedo a abandonar
estas paredes que cual caliente nido nos cubría de la áspera realidad que nos esperaba.

Como aún no concluían todas las clases solo estaba mi compañero de junto; con
sus enormes anteojos obscuros y escribiendo sus cuentos de terror. Nos sentamos,
y él, le contó la " aventura " demasiado ansioso al Chin, que lo escucha sin mucho
interés tomando agua embotellada. Yo me sentía afortunado. Pasara lo que pasara no
abría testigos.

La vi a lo lejos. Acercarse como una saeta, todos los vientos de los distintos puntos cardinales se unían a su favor; estos. Movían su cabello con si un par de nubes lo comenzaran a teñir, a peinarlo. Así. Dispuesta, deseosa, lista a emprender el vuelo. A cada paso intentar dejar el suelo, pero totalmente imposibilitada a hacerlo sin mi o yo sin ella.

Así, Sin distinguir aún sus ojos sabía que me miraban, cerré los míos para verlos, o sentirlos, aún mejor( como dispara el último de los Mohicanos) y tan de pronto, como delicado suspiro ella estaba ahí. Ahí, junto a mí.

- Hola, aquí traigo tus copias.

- Gracias -le dije levantándome-¿ cuanto te debo?.

- Cuatro pesos.

- No gustas sentarte - le dije mientras buscaba dinero-

- No gracias tengo prisa, te debo un peso ¿ok?

- Si esta bien.

- Bueno... Adiós. - y se alejo lentamente, pesadamente, penosamente.

- ¡No puede ser! - replicó mi compañero levantándose estrepitosamente.-

- Ya tengo hambre - dijo Chucho con mucho menos interés en el asunto.-

- Yo invito, esto requiere de un análisis aún más minucioso de lo que pensaba. Nos miramos gustosos y asombrados, ya que hoy comeríamos gratis de nuevo gracias a la paranoia y obsesión de nuestro amigo que se veía muy raro y muy nervioso.

Parecía que este asunto realmente le estaba afectando demasiado. Guardaba unos silencios
sepulcrales asesinados repentinamente por gritos exaltados y un mar de repetitivas
preguntas aderezadas de un corolario de amarguras propias de su experiencia. Era obvio
que no era nuestro compañero de costumbre, inteligente y de lo mas certero, dada la
esterilidad de sus conclusiones nos empezaba a cansar y nosotros lo único que nos
preocupaba era:

- ¿¡Que vamos a tragar!?

Optamos por hot dogs gigantes y enfilamos hasta aquel supermercado en que los
vendían ( no se si era que realmente vivía tan lejos o esa extraña "modita" de comprar a
medio mayoreo en tiendas de socios recién entradas al país ) Al llegar de dicho centro de capitalismo, descubrimos un compañero totalmente ido, embarrado en el asiento trasero del coche, con cara de muerto fresco y bastante tembloroso.

- Chale wey ¿qué te pasa? - preguntó Chucho con demasiado interés-

- Fue ahí donde comprendí e imitando su voz le dije: "Hay yo acostumbro a beber mucho café desde niño."

- Bájate a comer algo y a tomar agua.

Como no quiso bajar le dimos una botella de agua y una banderilla y " realmente
preocupados " nos comimos tres hot dogs y dos diet cokes cada uno, al estar enteramente
satisfechos nos recargamos en el coche mirando como nuestro compañero terminaba el
agua.

- ¿A poco sucedieron las cosas tal como me dijo ese wey en la mañana?

- Ya lo conoces, es un pinche exagerado. pero si fue un poco mas "cálida" que cuando me dejo las copias.

- ¿Crees que quiera algo contigo?

- Yo creo que solo quiere jugar, la pinche histérica

- ¿A la mejor te esta retando?

- Tal vez; pero, chale wey, si yo ni siquiera la conocía, ni siquiera me había percatado de ella y, de verdad, que ella es lo suficientemente hermosa e interesante para no tener que hacer estas pendejadas. En fin ya pídele el dinero y vamonos.

No es que se me olvidara este asunto. Lo tenía tan presente en algún lugar que no apareció en el momento justo en que al final del pasillo alcance a distinguir dos figuras conocidas: unas fingía leer unas copias "reiterativas" recargada en la pared, y otra; estaba absorta en la total contemplación de las puntas de sus zapatos.

- Buenos días Gabriel, pensé que no ibas a venir – me dijo ella con una mueca que pretendía ser sonrisa.

-No es fácil llegar a una clase a las siete de la mañana, bueno. Creo que a ningún
lado... - le dije mientras ella estiraba los brazos para acomodarme las solapas de la
gabardina muy cerca de mi rostro.

- ¿Te doy el peso que te debía?

- Uy, ¿no podrías seguir cargándolo por mi? - le dije mientras mi compañero me
veía con cara de " hay que chistoso ".

Ella lo coloco en mi mano y la apretó tres veces diciendo:

-Pues será mejor que lo lances al viento, que seas ligero, por que eso si! - y en
eso soy irreductible -no perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben
volar pierden el tiempo conmigo."

Entró rápidamente al darse cuenta que se acercaba el maestro estúpido, la otra
figura que fingía leer las copias me dijo:

-¡No mames wey ¿qué onda? ¡Sabe hasta lo que lees!

Dispuesto a no concederle la más mínima atención a la clase, me dispuse a
escribir mis "Sonatas matutinas light" cuando me pregunto mi compañero de junto:

- ¿Que onda wey ?

- ¿No se ? - le dije mirándola - tal vez es una especie de hermosa e irresistible vampiresa diurna que por un mágico sortilegio puede deambular a la luz del sol; sabe y al saber controla las más negras fuerzas de la seducción que son aún mas fuertes que cualquier poder. Ya lo dijo Baudrillard: " La seducción vela sin parar para destruir el orden divino".Que sus ojos al mirar, poco a poco te van robando la fuerza vital, por eso solo te ve a los ojos intermitentemente y baja la mirada. Perdonándote, y que no caigas muerto inmediatamente presa total de su influjo, ya que la seducción como un proceso reversible que escamotea el deseo ( el deseo siempre es insatisfecho, sino dejaría de ser deseo ) y te mantiene eternamente dando vuelta sobre tu propio eje: Ahí, ahí, ahí. Pero su dulce embrujo termina al medio día y por la tarde sella todas las dudas que pudieran quedar de su identidad.

Volteo. Me sonrío tenuemente sabiéndome suyo y cada vez me convencía más que
nunca fue el sol el brillante carboncillo que sombreaba su rostro sobre una superficie oscura. Era otra cosa, pero, no tenía idea de lo que realmente fuera.

Mi compañero dijo: - espérame, espérame. Como fue, voy a escribir un cuento tan
poca madre que ni Edgar Alan Poe.

-No mames, no blasfemes en contra de dios, si esto lo saque de la película de
"Santo contra las mujeres vampiro".

-Hay que chistoso! - ahora si me lo dijo.-

¿Cómo en vez de rata
no fui halcón?
y mirarte desde el cielo
y gritarle al mundo entero:
¿Que misterio
encierran tus
ojos? Que invitan a
buscar, el camino que me
lleve directo a tu verdad.
¿qué misterio encierran tus
ojos? Que les temo de verdad,
que me dicen una vez más ...
la muerte va a llegar.
.
¿Tal vez te esta retando? - recordé las palabras del Chin - y decidí moverme un
poco. Al terminar la clase, nadie (y no precisamente yo) se movió de su asiento (tenían
clase en el mismo salón), solo ella camino a la puerta. Dada mi paranoia ( que provocaba
su histeria. el uno para EL OTRO ) corte la hoja, la doble con todo cuidado y la metí a la
bolsa diestra de mi obscura gabardina. Con la esperanza que me sirviera como una especie
de crucifijo contra esa delicada vampiresa que, al todavía el sol no llegar a su cenit, estaba
llena de su néctar asesino que irradiaba del interior de sus párpados.

Comenzó a correr la adrenalina por todo el cuerpo y fue cuando recordé el oficio
que un amiga mía me había sugerido estos días: la sumatoria entre sacerdote jesuita y
psiquiatra que da igual a Exorcista. (Bueno cada quien tiene sus fantasías el Chin quería
ser Indiana Jones ) Mis manos ligeramente me temblaban (por fumar en ayunas), me
comenzaron a sonar las tripas (la pinche hambre que tenia).

Me colgué la mochila y me dirigí directamente a mi cita con el destino.

-¿Ya te vas Gabriel?.

- Si, yo no tomo esta clase.
- ¿Es cierto que el arcángel Gabriel era el jefe de las fuerzas celestiales?

No, el sub-comandante, Miguel era el jefazo, pero, yo como arcángel soy de
los chidos, discreto, elegante, amable ...

- Sabes, creo que te encontré.

Sus ojos se anclaron en los míos, me perdí en un embeleso total, sus pestañas
parpadeantes me arrullaban y sus labios quietos me cantaban comparsas mudas, era mi fin
la revancha entre las fuerzas del bien y el mal se debatían en una universidad de paga
(chale ): Una voz a lo lejos me gritaba: el papel, dale el papel.

Saqué el papel que se encendió como el machete de fuego; como espada láser;
como encendedor zippo; como mis labios que desesperadamente deseaban besarla y
morir con su dulce ponzoña.

- Te escribí algo como detalle amistoso por las molestias que te tomaste ayer por mi, -Ella proyecto su mirada a un pasillo desierto. Sin vida alguna. Estire la mano ofreciéndoselo. Ella dudo arremetí de nuevo:

- No es la gran cosa, solo algunas palabras inconexas - le dije - Esas que son las más sinceras.

Tomó el papel tímidamente con la mirada gacha (baja, por que como ya lo dije muchas veces la tenía bien chida). Yo sin poder volar (pero aún caminando) me alejé por el pasillo desierto, sin vida alguna. A mis espaldas solo escuche una voz que gritaba:

- Gabriel, espérame vamos a desayunar - gritó mi compañero dejando caer las copias
que el viento golpeaba con la furia propia de castigar todas las mentiras que decían . Yo le
dije:¡ Get out a here! (que no me gusto nada por que parecía la clásica actitud gringa de
película cuando el héroe dice a su compañero cariñosamente después de un momento de
vertiginosa acción) .

- Hoy se me antojo una malteada - dijo mi compañero de junto a lo que reímos
burlonamente.

Algo tienen de bueno las malteadas de famoso Sangron's, a pesar de ser pura espuma y son dos galletitas chidas que sirven para vertiginosos lanzamientos de mesa a mesa, dado que tienen una mejor sincronía (como dijo " the Police ") que un pedazo de migajòn se convierten en una real amenaza a gran distancia.

-Aja, sabia que estarían aquí - reclamó mi compañero de enfrente quitándose la
chamarra y lanzándonos su mochila - seguramente la pinche vieja ya hizo otro " iris " y
este wey ya esta jugándole al adivino. Mi compañero de junto le dijo sonriendo:

- Primero no llegas a clase y luego te vuelas la otra...No jodas si solo es una al día.

- No wey, lo que pasa es que no llego el maestro, dice que lleva dos días
desaparecido así que todavía te puedes volar otra.

- Sirvieron molletes y huevos. El rápidamente se adueño de la salsa mexicana
en medio de protestas que reprimían la arbitrariedad. Yo conocedor de este tipo de
circunstancias pedí " Huevos Sangrons", que es uno de los tantos platillos místicos del
lugar, ya que solo llevan un espíritu de queso; un espíritu de rajas; y un espíritu de caldillo
de jitomate que ya dentro del infierno del microondas toma un aspecto engañoso de
serena tranquilidad.

Contemple mi plato humeante. " No se vaya a quemar, el plato esta caliente señor" advirtió la mesera mientras me ofrecía un estridente tenedor, lo saboree con el olfato, sorbí un poco de café, cuando:

- Aguas wey, no vaya a voltear.

Me quede inmóvil. observando como varias chavas del salón pasaron rápidamente
como una parvada de murciélagos diciéndose entre risas.

- No saluden ... Sin saludar, vamos.

De pronto sentí un fuerte empujón que hizo que escupiera el café sobre mi
desayuno. levante la mirada aún tosiendo y ella estaba ahí, tomando un "cuernito" de la
canasta del pan dulce y quitándome el tenedor, mis compañeros miraban el triste
espectáculo muertos de risa, apenas vi cuando se sentó con todas sus amigas sonriente,
justo a las doce en punto.... una cosa era segura: ya había leído el papel.

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