martes, 5 de mayo de 2009

CAPITULO 8

Justo cuando me disponía a comer un bistec a la mexicana que había ordenado en un
curioso restaurante anexo a una panadería. En esta curiosa “Ciudad Sateluca” que parece un mundo aparte, tal lejos, tan cerca de mi Distrito Federal. En ese lugarcito, punto de reunión de la comunidad panista y católica, de cerradas mentes y abiertas piernas del estado de México, en el que mi novia (con iguales características de todas las antes mencionadas) acostumbraba a comer. De la nada, apareció: mi suegro ¡chingale! Ya ni pa’ donde correr. El ruco un señor alto elegantemente vestido con el cabello envaselinado macizón onda Humprey Bogart pasado un par de veces por la máquina de la mosca. La sorpresa para mi fue mayúscula, pero para él...


¡ Papi, Papi !!! gritó mi chava interrumpiendo el camino del señor, - qué bueno que te
veo, quiero presentarte a mi novio.-

Yo, gastándole un broma de mal gusto al Chin, que tenía a mi lado y que, por más que se había resistido a mis suplicas, tuvo que ceder en función de una brutal combinación de vacíos: El de sus estomago y el de su bolsillo. Ahora, su goce solo dependía de una tarjeta plástica “atragántese ahora y haber quién paga después (imaginándome que era precisamente quien tenía, frente a mi, lleno de impaciencia). Así, no me levanté del asiento inmediatamente y mi suegro nos miraba, sin saber cual de los dos personajes, que miraba a turnos, estaba más bizarro: Él, con su “look” de darkie pelón, llevando un pearcing en la nariz y gafas re pegadas a la cara, o yo; con mi vestuario de leñador “grunge” , mi cabello largo y mi barba de tres días. Entonces ¿cuál de esos dos mugrosos fue el que le hurto a su querida nena y se gastaba su dinero bajo el amparo de la tarjeta que le embolsó a la niña, con la clásica advertencia: Solo para emergencias.

Para su desgracia, ya que clarito se veía que el Chin no le causaba tanta repugnancia como yo, levanté mis ochenta kilos de naranjada Bonafina y yougurth Alpura de la silla misma que empuje con las pantorrillas, quedando justo frente a él . Sus ojos se postraron en toda mi presencia y su inicial descontento se fue transformando en serena resignación.

- El es Gabriel del que tanto te he hablado

- Mucho gusto señor, Gabriel Arcángel sub-comandante de las fuerza celestiales y
mensajero de dios.

El, me miró con sorna. Retador, incrustando sus ojos en los míos. Buscando que demonios pudo ver su hija en semejante personaje, era claro. Una respuesta tardía a su resolución del Edipo que él no pudo sacar adelante (ni atrás) en su momento (ni en ningún otro) movió la cabeza y sonrió en una mueca que él pretendía malévola e intimidante (cara de Humprey Bogart, gesto de la doña Maria Félix, ahora comprendo ese complejo bailarín y punzante)
Mirando a su hija con ternura, lo único con lo que pudo rematar fue: Hay hija ...



Recordé las palabras de mi tío Martín ( El filósofo de la familia que recogía todos los
viejos adagios de mi abuelo y los repetía con su mismo " jalisquillo " tono de voz :¡Callado
gano más! y le sonreí a la nena con cara del que no rompe un plato.

- Mucho gusto "jovencito" ( alusión que le dolió a mi chava ya que se notaba a leguas
que ella era mayor que yo: “Y me miró de esa forma, de esa maldita forma que te mira una
mujer mayor con esa ternura maternal que me encanta" [coño, por fin ¿quién estaba resolviendo el Edipo?] ). Mostrando con sus palabras una total supremacía sobre mí.

En ese preciso instante y, tal como lo dijo el maestro Sigmund Freud en "Tótem y tabú",
él se convirtió en el arquetipo envidiado y temido: Ese Padre primordial al que le
pertenecía la hembra que yo deseaba. Alienados ambos, se alinearon nuestras miradas una vez más, pero completamente diferentes, ahora éramos dos: él que la tenía y él que la quiere.
Adopté su misma posición; cabeza ladeada viendo de reojo, brazos cruzados y una pierna
apoyada solamente en el tacón del zapato ( solo nos faltaba el “soundtrack" de: El
bueno, el malo y el feo).

Al saberme de "El clan de tótem vaca " supe que no podría terminar de comer mi bistec
a la mexicana (animal totémico ) sin antes darle muerte al padre.

El psicoanálisis nos revela que el animal totémico es realmente el substituto del padre;
esto es palabra de Freud. Esa tarde yo no comí, no me quede con la vieja y no pude darle
muerte.

-Entonces, si yo al darle muerte lo iba a elevar a la categoría de Dios...¿ por qué me mira tan feo ? le dije al Chin en voz baja cuando me volví a sentar. El, en muestra total de conexión de términos y teorías, sabía a lo que me refería sin decir palabra alguna que explicara mi pregunta y me contestó:

-A lo mejor no le late que tengas que darle chicharrón, por la facha de Dandy de Doceles que tiene no creo que sea del clan “Puerco”, luego adoptando su papel de farsa total dijo: "Es un padre violento y celoso que se reserva todas la hembras para si".Dijo imitando la voz de Gary Oldman en "Brad Stocker's Dracula".

- Wey, pero acuérdate :"El muerto se volvió aún más fuerte de lo que fuera en vida."

- Ya cállate wey no ves que es dos de noviembre, " Día de los muertos ".

- ¿Y?

Ella lo quería mucho, se notaba a simple vista, le ofreció sentarse con nosotros pero él
tenía otra cita "de trabajo" con una señora muy atractiva al otro lado del restaurante, era
claro que el si había encontrado una hembra de otro clan."El clan del tótem loba", hubiera
dicho mi vieja.

Mi bistec no solamente estaba duro, sino ahora también frío y, gracias a la grasa que
despedía, se podía mirar como ésta se empezaba a cuajar encima del jitomate y la cebolla,
enmarcados en una serie de brillos estelares dentro del plato.

La amiga de mi novia para aflojar (una de sus especialidades , otra de las razones por la cual el Chin estaba ahí comiendo chingaderas) la tensión, preguntó:

- ¿...Y, de que se van a disfrazar?

- Es una sorpresa dijo " el chin " con sus pantalones negros aguados, sus botas negras de
casquillo y su playera de " Bauhaus" (El era un " darkie " de esos que decía el maestro Jordi
Soler: cargaba las bolsas de mandado a su mama a las diez de la mañana.)

- Yo le dije en tono sarcástico: No mames wey, a estás alturas de la vida todavía te vas a poner a hacer el ridículo con un disfraz, ya me imagino el pinche modelito con que vas
a alunizar.

- ¿Y tu de que te vas a disfrazar Gabriel?

- Yo - aún con el tono sarcástico en los labios - de langosta lesbiana ( como decían los
Dadaista )

- No Gabriel - dijo mi chava enojada - te tienes que disfrazar, no ves que sino
no vas a poder concursar con tu paciente y eso lo podría frustrar

-¿ A mí, o al paciente?

- A tu chingada madre ( por eso ella era mi novia )

Al salir del restaurante, Chucho me dijo: Chale wey, mejor hubiéramos ido a comer
con " Don seco ", a no , pero como tu chava es muy " fresa " no puede comer paradota en la calle ¿ no?

-Pues es que se aferra, ya sabes como son las viejas, además yo que más hubiera
querido. Y no mentía, ir con " Don seco " era lo mas exquisito de nuestras tardes de
estudiantes muertos de hambre. Decía que tenia dos cocineras oaxaqueña que llenaban de
varios tipos de manjares de rumbo Oaxaco, las llamadas “ollitas sin fondo ".

En esa transitada esquina, como cualquier otra de esta región más transparente del aire
donde nos toco vivir y con toda la paciencia que obliga el contemplar miles de autos a todo
lo largo y ancho de tus arterias, alucinaba que el Chin y yo, estábamos en uno de esos
fastuosos banquetes que narra Horacio en sus “Sátiras”, esperando que llegara nuestro turno
de " taquear ", mirando y perdidos en la multitud justo en pleno Echegaray contemplando el
periférico he intentábamos cubrir nuestra falta.

Recordamos las palabras de nuestro maestro Molesto Aguerrido

" Cuando el sujeto está a punto de atrapar la falta, le tiemblan las pierna; porque: la
muerte ronda."

¡ Al tiro wey! me gritó el Chin con el tiempo suficiente para esquivar un auto que estuvo a punto de plancharme, girando sobre mi propio eje ( gracias mis conocimientos del método de danza moderna de Martha Graham )

Justo salió de la vecindad donde moraba " Don seco " un mayordomo de férreos rasgos oaxaqueños, finamente ataviado de su atuendo autóctono de gala recitando cual oda épica los manjares que nos esperaban:

" Primero, serviremos piel de jabalí dorada en su propio jugo que fue cazado con ligeros
vientos de medio día - nos informaba el sirviente con su " look " de Tizoc - aún pudiéndose
observar rastros en cuadricula de su carnosa barriga, la salsa en base a los primeros tomates
que nos obsequio la primavera y prensados con deliciosos cuaresmeños por manos
indígenas puras en un cacarizo molcajete."

Tres albañiles, dos maestros de primaria de gobierno, cuatro taxistas y dos psicoanalístas en formación aplaudimos con jubilo.

" Guarniciéndolo de rábanos corrientes, jugosos pepinos de aún provistos de su tierna
cáscara y fresco racimo de pápalo de tierras vírgenes. Todo lo necesario para estimular un
estomago perezoso y repochingo debido al " allec ".

Chucho me miró y acomodándose la túnica y la corona de olivo me dijo: Cuando
Homero mataba puercos, me contó Ateneo, hacia salsa; pero, tan primitivo era que ni
hervía los jitomates, ni los chiles y asaba hasta las cebollas.

Trajeron huevos sobre un lecho de arroz, nadando en una gran bandeja - el mayordomo
la presento así, con su canción arrulladora - La gallina a sido capturada con hueva ( y
bastante) casi tres piezas; después del desove la carne hubiera perdido mucho, el arroz
rebosante en jitomate martajado aun pudiéndose observar rastros del cuerpo martillado
junto a la gran rama de verde cilantro; " garum " hecho de knor suiza y el primer aceite
maravilla que sale de la prensa de venafro."

- ¿Con arroz o con seco?


Me despertó fieramente " Don seco ". Su mano , suspendía en el aire mi suculento
taco de albóndiga en salsa de jitomate, con su respectivo micro-huevo cocido interior y
el arroz del día anterior para hacerle fuerte a la carne molida que, al ser en su mayoría
grasa, necesitaba un poco de estructura y fibra, sin estos apoyos tercermundista nunca hubieran alcanzado su forma global sin tacha, ese dicho homenaje a la cocina italiana.

Dentro del menú también teníamos grandes estrellas del concepto en mitigar el hambre: bueno, bonito y barato. Chiles rellenos penosamente verdes por un capeado inconcluso , elaborados con chiles jalapeños y queso panela, para ahorrar en dinero y aumentar en visitas al inodoro, Ha como picaban esas madres, era la venganza del mayordomo Oaxaco por estarnos burlando de sus look de príncipe valiente bien cocido.

Carnitas guisadas, la especialidad de la casa, que no era otra cosa que chicharrón
prensado en mole rojo y picoso, me cae que ese platillo, ni hay; pero, como estaba bien sabroso, me vino a la mente las palabras de Jean F. Revel: los mayores logros en el arte de la gastronomía es cuando el refinamiento de las recetas se acompaña de una compleja concepción y una ligera realización. Esta era la prueba palpable de lo antes dicho; sin embargo, era mejor dejar enmascarada tu sapiencia gastronómica, ya que, en caso de una equivocación inspirada en tus horas tras la hornilla, al pedir chicharrón en vez de carnitas, te hacías acreedor a una severa mirada de odio por parte de omnipotente y omnipresente " Don seco ". además que tu siguiente taco llegaría con un menor contenido, eso te lo aseguro, los indios somos aferrados y rencorosos, pero; sobre todo, nos conocemos bien entre nosotros.

Y ¿quién le puso semejante apodo a " Don seco ", El pinche Chin, que nos se le iba una y
gracias a una veta familiar que se ha constituido por generaciones, es todo un juglar de los
apodos. En alguna ocasión su grupo de seguidoras incondicionales le preguntaban: " Ya
Chucho dinos como nos pusiste? a lo que el contestaba, no como creen no le he puesto
ningún apodo, sin saber que ellas eran las mismísimas " Thunder cats ".

Así el señor se hizo acreedor del sobrenombre gracias a una peculiaridad nunca antes
vista en los tacos de guisado: El ruco te preguntaba ¿con arroz o con seco? para acompañar
el guisado de tu taco y gracias a su acción, y a la de dos tortillas te llenaras más rápido. El
secos no era otra cosa que morusitas de chicharrón que se quedan en el fondo del caso y
había que sacarlas con la pichancha o en su defecto al colar la manteca, después las acostaba al sol y el viento les soplaba al oído secándolas de la sola idea de ir más allá de su naturaleza. De esta manera quedaba lo que el denominaba chicharrón seco.

El Chin y yo nos pasamos la mañana juntos ya que habíamos montado una ofrenda de
los más chida haciendo honra a los ya idos de este mundo ( En alguna ocasión Joaquìn
Sabina había dicho que le gustaría morir en México porque aquí, no son muertos, sino:
Muertitos ) El Chin creó una idea un tanto surrealista, la llamó: Ofrenda a los juguetes
muertos , que se constituía de la que el nombraba " juguetes personajes " que eran un sin
numero de muñecos que había conseguido en el mercado de la Lagunilla ¡cámara! realmente
estaban densos los monos; viejos, negros, rotos, con una jeta que en algunos casos parecía
que te miraba, que " Chucky " ni que la chingada, estos si te daban miedo.




El comenzó a acomodarlos serenamente, uno detrás de otro. Un profundo olor a
A plantas de no sé que madres que había comprado en el mercado de Sonora rodeaba el ambiente como una gran nube de humo. Me hizo recordar el aliento del dragón que Merlìn invocaba para manifestar el poder de la santidad sobre los seres humanos ( creo que así era ) yo solamente le pasaba los monos y aun momento comencé a soplarle al bracero que se estaba apagando, a punto estuve de rifarme unas quecas, pero los pinches monos no dejaban de mirarme. ( chale, qué Carlos, Neto y titino, ni el pinche don Facundo nos hacia mella ).

Rodeados por ese halo de misterio, apareció otro más de los personajes que se vuelven de ultratumba cada dos de noviembre para merendarse y chupar (también del mismo mercadito el Chin se trajo una botellita de aguardiente de nos se de dónde chingados y la había metido de contrabando a la universidad). Todo lo que había en las ofrendas. Chava, el cantonto de la Castañeda, hizo su mortífera aparición dejando a un lado las primeras expectativas de la ofrenda.

Oye wey - le preguntó al Chin -¿ a poco un niño tiene tan arreglado sus juguetes? No mames, ni muerto, esto mas bien parecen las pertenencias de un adulto con " trastorno obsesivo-compulsivo " , por que no mejor eres más natural y tratas de emular el cuarto de un chavito, no el cuarto que quiere un adulto de un chavito.

No dijo más, no se si la idea del Chava era brillante o para que dejara de chingar, pero, literalmente se hizo la ofrenda con los pies, nos pusimos a bailar una jarabe tapatío aderezado con slam sobre los monos para dejarlo todo “al natural”. Cuando llegaron los jueces, ( según esto era un concurso ) quedaron estupefactos. Después de haber calificado clásicas ofrendas con calaveritas de azúcar, comida para muertos y algunos intentos de simular un cadáver, de ésta no tenían idea de lo que se trataba. El Chava movió la cabeza desconsolado por la fatal de capacidad de las ramas de poder frente a un arte alternativo, punzante y lleno de viveza. Vaya que si alguien tenía tiempo viviendo este tipo de experiencias era él. Mejor se fue, no era su guerra, él sabía que Chucho tenía que comenzar a desenvainar su espada y clavar sus primeras dagas de piedad a los contendientes moribundos.

Y así lo hizo El pinche Chin. Se debatió contra la ignorancia y pendejismo de los pseudo-jueces, explicaba una teorizacion referente al final corpóreo y la pertenecía de esta huella en los objetos personales, que al combinarse con los juguetes y la niñez nos lleva a un sueño
inocencia, al sueño del niño que tuvo que partir antes de tiempo, y que la muerte, por más que se quiera tomar con resignación, a veces, es tan injusta.

De pronto, sin saber ni cómo, ni porqué, me vi inmerso en la batalla. Desenvainé mi Toledana en mano derecha y mi daga de piedad con la izquierda, como dos mosqueteros que se debaten frente a seis enemigo. Juntos, impidiendo que los rodeen los mercenarios, lanzándose hacia atrás tratando de buscar un balcón para salir por él y cayendo justo encima del los caballos que los conduciría en veloz huida a la salvación. Pero en realidad yo no era parte de ese trabajo, yo había escrito " calaveritas " para los maestros y compañeros del área ( pedagogía y psicología ) que en ese mismo instante se podían leer en la coordinación de ciencias sociales. Yo, como él tantas veces, solo lo apoyaba y hablábamos en total conexión de términos y teorías, sabía a lo que el Chin se refería sin que me dijera palabra alguna que explicara sus comentarios.

- Chale wey, yo adornándome y ni siquiera – le dije apenado mientras limpiaba la sangre de mi espada con la capa.

No estuvo bien, me hiciste un paro con tus dotes pedagógicos, estos pendejos entienden
Pura madre ( ahí me di cuenta que haber estudiado tres años de pedagogía habían servido
de algo ).

- ¿Vamos a ir a comer con tu vieja a ese pinche restaurancito gacho?

- Pues si Traes dinero, no.

- Si, vamos con tu vieja.

Salimos del restaurante y mi suegro ya no estaba, El Chin se fue rápidamente a
poner su disfraz, y yo, solo me perdía en el inmenso mar de los verdes ojos de mi vieja.

Para mi, eran un péndulo que me hipnotizaban sin moverse, me transportaban, sin
abrirse me cerraban ... Eran míos y me amaban.

Mi chava ( y su instinto maternal que me mataba ) me trataba como si fuera su hijo.
Yo, aunque no me revelaba no daba el ancho para el papel. Me movía de una manera tan
rápida que regularmente no me encontraba para darme permiso de salir, no era su niño
travieso por más que quisiera jugar a que lo era; no me daban celos, no la iba a buscar, no
la veía muy seguido, pero; la quería mucho. Nuestro tiempo juntos era realmente nuestro.
Hablábamos demasiado, reíamos demasiado, nos amábamos más allá de los suficientes.
Nos interesaban las mismas cosas, ella, tremendamente inteligente y por encima de todo:
hermosa, al grado que tuve que disputar su amor contra dos maestros ( lo curioso es que
nunca supe que estaba compitiendo con alguien, tal vez si lo hubiera sabido... hubiera
perdido ). Pero nuestro amor era lo que llamaba Rousseau : NATURAL.

- Gabriel, que chingados me esta viendo?

- Contemplo la eternidad en las alas de mi deseo ...

Llegamos al estacionamiento de la universidad. Ese desértico paraje me, solo con mirarlo;
Impresionaba. Lo alucinaba como si fuera el cementerio de Cholula en tiempos de la
conquista, nervioso esperaba que aparecieran los sacerdotes para impedirnos el paso, esas
sombras vivientes que tal y como los describe Carlos Fuentes en boca de Geronimo de Aguilar:


“Vestidos de negro, negras túnicas, negras cabelleras, pieles prietas, todo negro como
un lobo nocturno de estas comarcas, y un solo brillo encendido en los mechones, los ojos y
las togas, era el lustre de la sangre como un sudor pegajoso y brillante propios de su oficio.”

- No puede mostrar su credencial joven, por favor.

Chale con los pseudo-policias, cuando se les necesitaba no aparecían y ahora que no
traía la piche credencial ( para variar) estaban todos ahí, en un valladar.

-Poli deme chance, me la robaron - dije con una sonrisa fingida - déjeme pasar, al fin
que nadie le va a decir a su comandante.

-¡ Aun no entran y ya piden traicionar a los dioses!

Los pseudo-polis se toman muy a pecho su trabajo, además, de la oportunidad de
desquitarse de esos niños ricos, como revancha de que ellos no nacieron cómodos. Lo que
esos carnales no sabían es que estaban tratando con el mismísimo Tonatio, que quiere decir
El Sol, ( que Luis Miguel ni que la chingada ) con un centauro: un ser mitológico de dos
cabezas ( la mía y la del motor recién rectificada ) y cuatro ruedas, armado de huevos y
vestido de esponja.

-¿ Que tranza “del barrio”, me pongo para un chesquito de lata ¿simón ?

- Cámara, ahí debajo del boleto.

- Yo, como Geronimo, poseía el poder de hablar su lengua.

A lo lejos pude contemplar una figura que me enternecía y me hacia recordar
momentos de cuando yo era mas joven ( dijo el maestro Sabina ) una hermosa amiga de
gran estatura y chispeantes ojos, boca roja y cabellos de oro, piernas largas y tierno rostro ,
en fin: Mi güera, bajando un sin fin de cosas de la cajuela de su coche ( como dijo el maestro
Jaime López : con cuanta madre me fui encontrando, la retaquè y la cargué ...) Le dije a mi
chava que me dejara ayudarle, y a pesar de saber el problema que me iban a acarrear el comentario, por sus tan radicales en innecesario celos yo no podía dejar a mi amiga como dijeron los Beatles: cargando ese peso.

Mi chava, vuelta molestia contenida, se alejaba con su amiga que le cantaba la rola de Alejandra Guzmán: " Hey güera, como te vea otra vez de mariposa rondándolo ... ", yo le sonreí y le dije:

- Que onda, ¿ te ayudo?

llegamos al Centro de integración y desarrollo humano, unidad de apoyo a la universidad a la comunidad cercana, donde yo aprendí todo lo aprendible y lo no tanto, me la pasaba ahí esperando esperanzado a la esperanza una oportunidad con un paciente cualquiera, lo único que nunca me latió fue trabajar con niño y, es que siempre descubrían, a los ojo de todos los presentes mis métodos terapéuticos, como, por ejemplo, el enseñarles a verbalizar por medio de groserías, este método era muy bueno ya que como causaba tal sorpresa que, unos días antes no podían decir una sola palabra y ahora hasta groserías, las caras de sorpresa y las risas involuntarias eran todo un aliciente para el paciente con problemas de lenguaje, obvio luego me reportaban y, quería, a como diera lugar reprobarme y la entrada al centro.

Recuerdo con especial cariño una ocasión en que el niño no quería entrar a cubiculo
por que me tenía miedo ( todos mis compañeros estuvieron de acuerdo con él ) y sin soltar
la mano a su papa se revolcaba en el piso, yo no encontraba la forma de atenuar la situación
y el padre también empezó a llorar, yo, aburrido por el show, me comencé a revolcar en el
piso como el escuincle pendejo y a gritar mas fuerte que el, con el teatrito el morro se
aliviano de la sorpresa ( o de la pena ajena ) y el papá con una enorme cara de sorpresa y
sorbiendo los mocos cargó al niño y salió corriendo del lugar. El proceso de transferencia
se había alcanzado, el niño se despedía de mi con su mano izquierda.

Tres aves en parvada me dieron la bienvenida, mi compañero de enfrente vestido de
regordete vampiro, al míralo le pregunte:

-¿ Que onda Dracula, acabaste con el abasto de moronga?

- ja, ja - me respondió imitando mi voz - no te digo lo que lo que realmente pienso de tu
broma por lo bien acompañando que vienes.

Muy cierto, a diferencia de mi él era todo un caballero, además, yo con tantos rollos lo había olvidado, hoy era el día pactado en que mi compañero de enfrente iba a tratar de dejar a un lado toda la melancolía que le había producido esa mágica gitana de ojos morenos cuyo nombre se había tatuado en los brazos con una navaja , y el salvoconducto era: la güera.

En la esquina obscura ( como se dice en la lucha libre ) levitaba una sabana con dos
ojos y un cuerpo dentro, un fantasma de lo mas ridículo, pero también: de lo mas irreconocible.

- BUUUUUUU, BUUUUU. - me gritaba muy cerca de mi oído -

- Chale, cálmate no me soples en la oreja que ya me estoy calentando y te voy a dar "
Stradivarius " (Violín de calidad) aunque vaya a recogerte hasta el inframundo pinche
fantasma cachondo.

Salió más rápido que en chinga, yo no tuve tiempo de seguirla, mi querida maestra
estaba cerca. Una estela de muerte se había revelado entre los dos. Antes; mudos, ajenos y
juntos, ahora; sepulcralmente mudos, totalmente ajenos y nunca, nunca más juntos. Jamás
tuve el suficiente tacto, la elegancia y la altura para acercarme a ella. A confiscar el horrible
punto final de esa precaria historia que era su vida. Y que no. No era mía, De la cual, exento
de sentido peregrinaba en un vestigio nómada de lugares comunes en los cuales la suerte
nunca estuvo de mi lado. hasta hoy, y no iba a perder esta efímera oportunidad.

Nuestras miradas chocaron, se repelieron como dos polos opuestos. Secos senderos de
colores pardos, pálidos, vueltos en vida por un jardinero tuerto de corriente linaje que toca
respetuosamente la flor escogida para vivir de la envidia de dios representada en una feroz
granizada.

Salió detrás del fantasma, y yo tras las dos. Recorriendo cubiculos llenos de alumnos
enfermos con pacientes terapeutas; con niños que te inundaban con sus olas bucales de
palabras inconclusas líquidamente viscosas; de histriónicas mujeres que mostraban pautas
de curas transferenciales que en un reto supremo de erotismo, ahí, te llamaban. Varones
compulsos ... llevando su patología a los limites de la verdad, sonriendo presumidos
tratando de espantarte. Todos ellos en una curiosa relación con ese ser absoluto que se
presume dios.

Mis ahogados pasos, no avanzaban. Miraba las dos figuras que daban vuelta sobre su propia incógnita, en el pasillo, en un desesperado intento alcance la esquina, y estuve a punto de
atropellar a ...

¡Santa Claus! ... - Pinche Chucho, no chinges de donde te sacaste el modelito.- él no
contesto, mirando fijamente al fondo del pasillo donde yo inicie mi inútil recorrido
levanto su dedo índice para mostrarme quien estaba leyendo mis " calaveritas ".

" VIDA MÍA, QUE DÍA ES HOY, ANDO SOLO MUDO Y TRISTE RECORDADO
TU LUZ."

-Ten cuidado wey ... la muerte ronda. - me dijo el Chin mientras se acomodaba las
barbas - me abrazo con fuerza y se perdió en el pasillo

Volví mis pasos sobre ella. Como la extrañaba, como la necesitaba ...

- Hola, ¿dónde dejaste Ciro Pe ... perdón a Gabriel ?

- Hola Gabriel solo vine a recoger unos papeles para la titulación. te veo después.

- Espera, solo quiero decir ...

Miré a mí alrededor al sentir docenas de pares de ojos testigos mudos de mi
confesión, tomó mi mano y vestidos de nube nos dispusimos a perdernos a nuestra guarida,
a donde nuestro sentido del tacto nos enmudeciera, nos cegara, pero; también nos
permitían el sentirnos en total sabor y aroma, que no hacían levitar al estacionamiento, los
años parecían tener en él, sus zonas sagradas como dijo el maestro Fuentes. Justo ahí,
donde conocí el misterio prohibido de sentir, de lanzarme al vacío en busca de ella.

- Gabriel,¿ por qué me amas ...?
- Por que amarte, para mi, es perdonarme.

El vacío fue inmenso; seco, alucinante. Lleno de formas etéreas, muertas vivas de fragancias nuevas, cuerdas que no sostienen cuerpos. Que no mantienen vidas, que imploran de dos almas un momento más, un desesperado grito a la " nana " de las horas. El tiempo en las puertas de la percepción se detiene, se percata de sus zapatos rotos por serios miramientos de valores carcomidos, y el vacío no se llena ... no encaja como una espada en la piedra, no suena como una guitarra Stratocaster, no se esparce como el aliento del dragón.

El abismo raso de cabello ralo. El impacto que ejercen volcados en ese sendero oculto
de raíces negras. Los aspavientos del jinete, pieza en uno con corceles blancos de nieve
entre dos piernas bofas que calzan botas de fuego alado, como ese, que cruje en mi espalda
cubriendo con esta fétida brisa el contorno seco de plumas que arden y se columpian de
los vellos de mi nariz, como una vuelta al tieso espectáculo de mi niñez, sulfurando en alto
con las esquinas que colindan con el rastro y … ese olor de ardientes guerreros asados aún
con plumas, incapaces ángeles de conjugar dos cuerpos terrenos sin ser llamas, y hasta
aquí … el ácido de sus fragancias coloreando mis senderos. Ese sonido, esa pretensión
de desérticas almas de germinar en un futuro, muertas. El puente de Pantaco con sus
silbidos ( donde aire y sonido son uno ) el rostro fiero de un padre que no me soportaba.
Que me sabia el el grillete que pende de su cuello esa pieza inservible que brota de su sexo ,
que desaloja , como el agua humecta y disparada sale de una marea de ansiedad y placer.

Ese miserable juguete que acompañaba mis sucias rodillas … Esa infancia austera
entre dos mundos que pisan cada una de mis piernas calzadas con zapatitos para arreglar
mis defectuosos pasos , que en cada huella, mis miedos no saben a donde ir, en quien
resguardarse. ¡ Maldito sea este asunto de ser niño ! … Y no poder mandar a cada quien al
lugar que le corresponde, ¡ Maldita sea esa amargura de los adultos que me clavaron como
un aguijón venenoso y salvar sus culpas !!!, ese, que en este instante me lleva; abajo,
abajo … abajo. ¿ dónde estas? ¿dónde están esos brazos sin cara? ¿dónde está esa redonda salea, donde exprimo los limones más amargos del pecado, que limpio al mamar y seguir mamando?

Odio esas fotos en las que dicen que era un niño bonito … y las miro y, a pesar de todo el mal que me hacen, me enorgullezco que desde ese momento mi mirada era el presagio de mis latidos en este mundo, caigo por ese acantilado de momentos presos, de espantosos muertos que no mueren, que me miran para seguir vivos prestos para joderme y enseñarme el jugo de la sabia de sus secos bosques, de sus lágrimas verdes, de intensos reproches y caños profundos que caen de sus mandíbulas entreabiertas incapaces de sostenerla dentro de su caverna circulando por mis venas en el eterno sueño de mis miedos.

Castigo a mis sueños con volverlos la única esperanza de salir de aquí. Ellos no responden.
Castigo a mis manos con obligarlas a pintar con la tierra de sus uñas ( y no pintar las mías
para no parecer “jotito “ ) castigo a mis palabras dándoles tan solo un significado, con
atarles las patas una con otra. Con no permitirles esa vagabunda metonimia que les ayuda a
sacudirse las polillas. Castigo a mi consciente con no obedecer su neurosis y presentarle a
su inconsciente hermano como ese travestí de las mil mascaras, desinhibido, presto a gozar
los momentos que se encajan como estacas en el pecho dracular.

Me resisto a creer que envejezco …. Yo que me sabia eterno cada día. Me resisto a
responsabilizarme de mis falta adultas sin el pretexto de la experiencia venidera. Me recargo
en la pared … para mirar mis recuerdos desfilar como una procesión interminable … la
tambora, que late, que me late, chocolate. Me recargo en la pared de frente a los tabiques,
bajo el cierre del pantalón para palpar la fuerza incandescente que corre por mis manos, y
después … mojarme con esas traidoras gotas , cual mujer ladina . Me contengo en la pared,
me comprendo en la pared … me consuelo en la pared de esta soledad asesina que asesina
los vértigos del sube y baja de mis horas.

Respiro para conocerme por dentro. En ese instante en que el desprenderme de mis
alas, es el esfuerzo supremo. Arrepentimiento de lo ofuscado de mi decisión, porque la
cosas que regularmente valen la pena, no se piensan … se sufren. Y, yo sufro ahora la perdida de los años que no pasan, la música que me consuela de mis noches cansadas … Extender mis alas, afilar mi espada … mis botas, mis sandalias.

Ahí estaba, a la mitad del inmenso cementerio ... Solo, desnudo, mis alas paralelas a
mis brazos, mi espada ( tal como mi espejo ) enterrada, mis botas puestas, y en un rincón lanzadas las sandalias. La luz del horizonte coloreó mis ideas , mis recuerdos, mis
sensaciones, mis sentimientos. Una figura fue tomando forma conforme se acercaba, era la
sabana con dos hoyos que desde adentro me miraban. Se acercó lo suficiente para volver a
soplarme su plegaria en el oído y como el clásico pellizco para saber que no soñaba, se
descubrió en mi presencia, era el mi odiado enemigo, Azrael, el ángel de la muerte que
parafraseando las palabras de mi maestro en tierra, Molesto Aguerrido :


¿Quién vendrá a descubrir todo? La muerte, la muerte. Prepárate para la batalla final Gabriel.

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